Cuando nuestros hijos pequeños
son diagnosticados como celiacos y empiezan su dieta sin gluten, son muchos los
temores que nos surgen, pero es algo que con mayor o menor rapidez vamos
controlando en casa.
Nuestro hogar se convierte en ese
lugar seguro donde no existe ningún riesgo para nuestra dieta, en nuestra zona
de confort, nuestro búnker antigluten. Superado esto, el mayor desafío, nuestro
mayor temor, es enfrentarnos a las salidas y a su propia vida social. Los niños
no forman parte de nosotros, son seres independientes y como tal tienen que
aprender a desenvolverse en su propia vida al margen de las personas que les
queremos y protegemos.
Sí, los niños tienen una intensa
vida social: la que comparten con nosotros en eventos con familiares y amigos
(y que podemos controlar más o menos) y la suya propia en los lugares donde no
estamos ni podemos acompañarlos o vigilarlos como nos gustaría. Ellos tienen un
plus de complicación que es nuestro deben enseñarles a superar.
Cada situación es diferente y muy
variable en función de las personas implicadas e incluso el lugar donde se
desarrollan, estas son pequeñas pautas que pueden funcionar a la hora de enseñar a
nuestros hijos y su entorno a llevar una correcta dieta sin gluten fuera de
casa:
1. Controlar: Lo que nuestro
niño celiaco ingiere es una responsabilidad nuestra, sobre todo, cuando es muy
pequeño y no es consciente realmente ni de lo que come, ni del alcance de las
consecuencias que puede tener un error en su dieta. Tenemos que transmitir a
nuestro entorno que no pueden ofrecerle alimentos o chucherías sin nuestra
supervisión o si no están completamente seguros de que son libres de gluten y
tenemos que enseñarle a él, en cuanto podamos y sepamos que lo entiende, a
decir “No” cuando haya dudas.
2. Educar: Nuestros niños
celiacos tienen una capacidad de aprendizaje y un sentido de la responsabilidad
increíble. En poco tiempo, con nuestra ayuda, sabrán qué alimentos contienen
gluten y cuáles no, detectarán la espiga tachada en los envases de alimentos e
incluso “leerán” el “Sin gluten” cuando ni siquiera sepan leer.
Recuerdo mi temor cuando mi hija
fue diagnosticada y cómo le dije al médico que ella no iba a ser capaz de
hacerlo cuando estuviera sola o que no se controlaría en comer cosas que le
gustaban antes: “Te sorprenderás de la responsabilidad con la que estos niños
asumen su dieta”, me dijo.
El tiempo le dio la razón y todos
los niños celiacos que conozco me han demostrado un gran sentido de la
responsabilidad desde muy, muy pequeños.
3. Integrar: El entorno de
un niño no sólo está compuesto por su familia y no es sólo en ella donde tendrá
que desenvolverse. Tenemos que prepararle a él para estar lejos de nosotros. En
la escuela, profesores, compañeros y padres, también deben saber que el niño es
celiaco y conocer la dieta sin gluten, sólo así se podrá conseguir una
integración plena en todas las actividades del colegio donde la comida sea
protagonista. Nosotros mismos podemos informar y dar opciones para que nuestro
niño sea partícipe de cada actividad aportando el alimento que sustituya al que
coman otros niños o indicando cual podría ser.
4. Desdramatizar: Cuando de
fiestas y cumples se trata, la cosa se complica un poco, pero es algo para lo
que tenemos que estar preparados y actuar sin dramas. Es muy fácil
autocompadecerse y pensar que “nuestro pobre niño” no va a ser igual en la
fiesta, que no comerá tarta o que es posible que ni siquiera se hayan acordado
de que tiene que merendar. Y claro que nos duele, como padres, esta poca
atención que a veces reciben nuestros niños, pero, por favor, párate a pensar
en esto: Cuando tu hijo sale del colegio con la invitación para un cumple.
¿Cómo está? ¿En qué piensa? ¿Piensa en la merienda’ ¿Piensa en la tarta de
cumpleaños? ¡¡Nooo!! ¡¡Está feliz!!! Su amiguito le ha invitado a su cumple y
él sólo es capaz de pensar en que va a ir a un parque de bolas, al cine o a ver
una exposición de dinosaurios. Piensa en que pasará una tarde con sus amigos
jugando.
5. Resolver: Ofrecerse a
ayudar al anfitrión de estos eventos dándole alternativas sin gluten o, incluso
a colaborar en la organización de un evento, es una opción que debemos valorar,
pero no en todos esos lugares tenemos la confianza para participar, así que,
como precaución, para todos esos eventos que no nos ofrecen la garantía y
seguridad de una correcta dieta sin gluten y en los que no hemos podido aportar
nada, siempre hay que llevar una alternativa.
No podemos ni debemos permitir
que nuestros hijos no aprendan, desde pequeños, que cada acontecimiento donde
van es un nuevo reto que, seguro, superarán cada día mejor. La sobreprotección
y la compasión hacia ellos o hacia nosotros mismos no les dará las herramientas
para enfrentarse a su propia vida. Enseñarlos y acompañarlos en el camino, sí.
Sólo así conseguiremos que nuestros hijos sean celiacos felices.